Consigna:
Lea los textos de sus compañeros en los que se crean nuevas especies.
Elija uno y luego escriba, a la manera de Historias de Cronopios y de Famas, tres o cuatro momentos en la vida de la especie elegida.
Se ha estado observando detenidamente a los reyes del pueblo en pos de encontrar sus características principales. Se mantuvo un seguimiento arduo buscando ver cómo se comportan, cuáles son sus características principales y de qué se alimentan. Las observaciones dieron como respuesta que estos dos extraños seres tienen tanto hábitos normales de su especie, como otros un tanto especiales. He aquí los resultados:
Por su parte la mona comparte las características físicas de su especie, pesa entre unos 100 y
Su temperamento, uno de los caracteres de su personalidad, es el causante de su aullido, que puede llegar a oírse hasta varios kilómetros a la redonda, ya que este animal utiliza la voz para marcar territorio.
Los hábitos alimenticios de esta pareja de animales son realmente extraños, los votos son la base de alimentación, les aporta gran cantidad de energía y pueden sobrevivir sólo con ellos durante un prologado período. Precisamente por esto no tienen amplia variedad de gustos, buscan este tipo de alimento por todos los medios que poseen durante un largo tiempo, y cuando los encuentran utilizan todas sus habilidades para atraparlos. Ellos gozan con su exquisito sabor y la energía que les aporta les da un poder envidiable, del que usan y abusan.
Tatiana Lodosa
Recorrido Turístico
A los turistas se los conoce comúnmente como un conjunto de personas que viajan por placer, recreo o distracción. Nosotros no desautorizamos tal definición pero cabe señalar que es muy precaria teniendo en cuenta que estamos refiriéndonos a una especie que presenta ciertas complejidades. El turista es una especie no autóctona, es decir, introducida al hábitat donde se aloja de manera provisoria. Se desplazan de un lugar a otro con el objetivo de conocer, vacacionar, distraerse pero por sobre todas las cosas para tomar fotografías. La primera dificultad que se presenta al caracterizarlo es establecer las subespecies de turista. Existen varias categorías para clasificarlo pero nosotros nos limitaremos a describir las siguientes: dentro del orden “turista de playa” encontramos a los que se trasladan hacia las zonas de la costa marítima llevando sombrillas de colores, reposeras y, lo más importante, ojotas y traje de baño. Es común que realicen actividades como jugar a la paleta, al volley y, por lo general, el turista adulto practica el deporte del tejo.
Sin dudas, uno de sus caracteres típicos e imprescindibles para el reconocimiento de la especie (que por lo general existe en todas las categorías anteriormente mencionadas) es la utilización de la cámara fotográfica como medio para retratar o llevar de recuerdo esos momentos vividos en un ecosistema novedoso. Ahora bien, es muy interesante destacar la diversidad de contenidos que se vislumbran en dichas fotografías: hermoso paisaje, turista con impactante paisaje, turista con cara de asombro o emoción ante un bello paisaje; turista con el cartel de bienvenida de la ciudad o pueblo que visita; turista encontrado “in fraganti” metiéndose en una costa llena de pingüinos para, justamente, sacarse una foto con ellos; turista con cara de extrañeza comiendo un plato exótico; turista sentado al pie del árbol de muchos, muchísimos años en el que descansó el mismísimo General Masvaliente de
Podemos decir con certeza que el turista no genera calentamiento global, pero sí una contaminación de humores en la zona. Lo que queremos señalar con esto es que el impacto ambiental que producen en el ecosistema está relacionado principalmente con las especies autóctonas del lugar. Es necesario aclarar que por lo general dichos ecosistemas se sustentan económicamente gracias a la actividad del turista. Es por ello que a simple vista o al principio de la temporada se considere que hay una relación de mutualismo entre la especie autóctona y la especie introducida: el primero gana dinero mientras el segundo disfruta de sus vacaciones. Pero, con el pasar de las semanas, se los considera literalmente una plaga: están en todos lados, es difícil movilizarse, se reciben quejas tales como “nosotros tenemos que seguir con nuestra vida y ellos se creen que todos estamos de vacaciones”.
Como ha sido mencionado anteriormente, los políticos son grandes voladores, así como por el suelo se los considera "muy torpes". Aquí es en donde encontramos la necesidad de distinguir dos clases de políticos: los libres o "vivos", y los enjaulados o "torpes". Los políticos denominados "libres" son aquellos que de vuelos saben muy bien, que escapan cuando se ven "apretados" por sus enemigos, que tienen la libertad a su favor, que poco repiten lo que oyen; los políticos "enjaulados", en cambio, son domesticados y destinados a la venta; viven tras las rejas como ignotos que caen en una lista de presos, aquellos a quienes se les ha cortado las alas, y que sobre la tierra "no tienen cerebro", quienes con más furor repiten lo que oyen como si dieran "un discurso en pedido de su libertad". Si bien es clara la distinción entre políticos libres y políticos enjaulados, cabe destacar que son parte "de una misma bolsa".
Una característica preponderante en los loros y que resulta importante analizar, se basa en el enfrentamiento constante con sus semejantes. Es común, que entre diferentes especies de loros surjan determinadas rivalidades. Así, es posible entender la situación de los políticos que, de la misma manera, se enfrentan con los suyos, aliados y enemigos a la vez; un enfrentamiento entre quienes repiten incansablemente (sin comprender) lo que oyen o perciben, como si fuera una pelea por ver "quien tiene la palabra". En cuanto a lo que hace al físico, a la naturaleza de los políticos, estos se caracterizan por tener como atributos bien marcados, una cabeza grande y un pico curvado (con el que picotean de donde pueden); un cuerpo frágil compuesto por alas que les pueden ser cortadas o no, lo que define la clase de político de la que se trata: político libre o enjaulado.
Hay una hipótesis o una variable en esta investigación, que nos acerca a la idea de que los políticos domesticados, aquellos presos y privados de sus alas (a diferencia de los políticos libres), requieren de determinadas atenciones mínimas, como ser comida, agua y tal vez cariño. Sin embargo, estamos lejos de aceptarla y acreditarla como una hipótesis eficaz.
Nuestras observaciones se detienen en el descubrimiento de algo insólito, quizás sin respuesta: la rareza de que los políticos no posean corazón. Viven sin la necesidad de contener en su interior ese órgano tan esencial; algo extraño, en fin, así son los políticos.
Jésica Rey Vázquez
La especie no comprendida
Desacreditados socialmente, nadie sabe apreciar el cuidadoso planeamiento previo que requiere su trabajo ni las habilidades que necesitan para realizarlo. Ellos no toman feriados, ni tienen fines de semana, ni mucho menos vacaciones. Todo lo contrario, en las épocas de mayor distensión y despreocupación de la gente, están más atentos y ansiosos por salir a ganarse el pan de cada día.
Como sanguijuelas que chupan la sangre, ellos extraen la linfa material del resto de la población. Hasta hay veces en las que azarosamente se alimentan a expensas de miembros de su misma especie. Cuando esto ocurre, es visto por el resto de la sociedad como un acto de justicia. Ellos, sin embargo, no se percatan de tal fenómeno.
Sus lugares de trabajo son de lo más diversos e inesperados pero hay algunos que predominan y se los podría agrupar en dos grupos. El primero corresponde a los lugares abiertos, especialmente la calle, y a los colectivos, subtes y trenes. Los trabajos que realizan aquí requieren de gran eficacia: no cualquiera puede dedicarse a este trabajo y permanecer en el anonimato. No debería pensarse que por la rapidez del oficio su remuneración es baja. Por el contrario, la mayoría de las veces reciben codiciados rectángulos de cuero u otra tela llenos de papeles valuados y círculos plateados o dorados de diferentes tamaños. En los últimos años, con el avance de la tecnología, su sueldo se volvió más tecnológico: ahora les pagan también con celulares, mp3s, ipods y mp4s.
Con respecto a la modalidad de trabajo, ésta puede ser individual o grupal. Generalmente, los del primer grupo actúan en soledad. Los del segundo, necesitan uno o más compañeros que distraigan a todo aquel que busque entrometerse en su camino.
Florencia Inés Mondedoro
Supervivencia del más inepto
El conjunto en cuestión pertenece al género Homo, que a su vez conforma la especie Homo Transportus.
Su anatomía es prácticamente análoga a la del ser humano: presenta extremidades similares, cráneo redondeado, escaso desarrollo piloso; lo diferencia una gran protección grasa que se extiende desde el diafragma hasta la zona pélvica.
Alcanzan la bipedestación, sin embargo raras veces se los ha visto en esta posición. Suelen encontrarse siempre en una región específica de su territorio que les permite la locomoción sedentarizada (y “sentarizada”).
En cuanto a esta última función, basta con realizar un análisis vulgar para confirmar que, con pocas excepciones, siguen el mismo recorrido deteniéndose reiteradas veces. Para ello desplazan sus extremos tarso-metatarsianos presionando profundamente un cuadrilátero metálico, adquiriendo gran velocidad y aumentándola ante la presencia de circunferencias coloradas. Solo anulan el movimiento (en caso de ser oído un sonido ensordecedor aproximadamente diez veces) con el fin de desechar aquellas presas incompatibles con su apetito y consecuentemente escogiendo nuevos especímenes. Su dieta es variada: distintas clases de primates con trastornos en la conducta, causados por estrés entre otras variantes.
No podemos dar cuenta de su mecanismo de descendencia, aunque nuestra hipótesis predictiva establece que su reproducción es constante, como lo demuestra la interminable cantidad de ejemplares coexistiendo en los centros urbanos.
Debido a que su encefalización no se ha desarrollado de igual modo en ambos hemisferios cerebrales, sufren de una patología crónica en el control motor del lenguaje. En consecuencia, solo son capaces de pronunciar frases cortas, repetitivas, muchas veces sin significado y de vocalización atropellada (balbuceo).
Lo sorprendente e inquietante con respecto a los Homo Transportus es que se ha encontrado evidencia histórica, datada de hace dos décadas atrás, que demuestra un grado de cultura en estos mamíferos; por medios independientes han logrado la escritura: “Cuando llueve, a la vereda me aproximo servicial, salpicando con la rueda al que espera ¡soy genial! Si el asfalto esta mojado paro lejos del cordón, nunca falta el apurado que se ligue el tropezón… Semos los colectiveros que cumplimos nuestro deber…”.
Concluyendo, queda abierto este ensayo a nuevas investigaciones que no refuten lo antedicho.
Sin ir más lejos, todos tenemos aspectos nefastos.
[*] El texto entre comillas pertenece a una canción de Les Luthiers titulada “Candonga de los colectiveros”.