domingo, 8 de junio de 2008

Cortazarianos (I)

La vida en el arribonio


Ser un sustalo no es tarea fácil, o al menos eso es lo que ellos agolpan, pero tampoco lo es para nosotras, las noemas, compartir los arribonios con éstos extraños animales. Nuestra principal función es brindar oxígeno y aire puro a la gente de las ciudades más pobladas filtrando sustancias tóxicas o nocivas. Sin embargo, en el momento en que necesitamos descansar, los sustalos no nos dejan hacerlo. ¡Claro! Se pasan toda la noche espejunando a las especies urbanas que por casualidad intentan cruzar, a modo de atajo, el arribonio. Como si esto fuera poco, soportamos sus ataques continuos posteriores a sus eufóricas serenatas de amabares.

Convengamos que a nosotras tampoco nos simpatizan los humanos que andan pisoteándonos o arrancándonos de nuestros árboles sin pensar que somos su principal medio de vida, pero también sabemos que son ellos los únicos que pueden ayudarnos en nuestra lucha contra los sustalos.
Todos los habitantes del arribonio nos caracterizamos por ser clemisos, con la diferencia de que los sustalos saben defenderse espejunando todo aquello a lo que le temen, mientras que nosotras, con suerte, logramos alguna que otra hidromuria.

Lo único que esperamos es que los humanos, careciendo algunos de clemiscismo, tomen cartas en el asunto teniendo en cuenta que sin nosotras no podrían seguir viviendo (y mucho menos los sustalos, que quedarían sin alimento alguno) en el caso que no contemos con el tiempo suficiente y necesario de descanso para seguir cumpliendo con nuestra tarea de cada día.

De más está decir que estamos dispuestas a dejar nuestro trabajo si nuestras condiciones de vida siguen siendo lo que hasta ahora, ¡y así por fin tomarnos unas merecidas vacaciones!


Aldana Saavedra, Agustina Saez, Ana Laura Tomatti, Mariela Wahnschaffe.


Clemisos

En un lugar del otro lado de los muros, un mundo que empieza y termina en cuatro paredes, un espacio reducido a tal punto que todo se encuentra agolpado, viven los clemisos. Estos seres que son como hidromuria al no cruzar esa puerta que los aleja de los ladrillos de siempre, huelen a Arromios ya que en su territorio abundan esta clase de plantas. Es más, se identifican con ellos debido a su estatura enana. Esto se refleja en sus sentimientos, porque siempre se consideran inferiores, menos, más pequeños que los otros pero a su vez, al igual que los Arromios, dejan una bella fragancia cuando espejunan sus textos, que son opuestos a los noemas, de hecho solo conocen los últimos por oposición a lo conocido, la poesía.

Aquí viven, no son inmortales, pueden morir ingiriendo Sustalo o de enfermedad, entre otras cosas, pero mientras se mantienen en pie divagan entre felicidad y tristeza. Así pasan los años, creyéndose poco y creando maravillas.

Magali Lopez Manetto


El fin

Y en ese momento lo amabaré. No fue algo planeado, pero una vez que pasó no hubo vuelta atrás. Él y sus cuentitos de hidromurias... debería volver a la realidad de una vez por todas. Todavía recuerdo aquél día que lo vi espejunando en esa esquina. Cuando me vio empezó a seguirme, y a la hora indicada me acompañó al agolpar. ¡Ése sí fue un gesto de amor puro! Un mes más tarde ya me había regalado un noema hermoso, que yo escuchaba todas las noches antes de dormir.
Pero todo eso ya acabó. Las hidrommurias esto, las hidromurias lo otro... ¿y yo qué? Me cansé de esperar que me regalara un bendito anillo de clemiso. Así que aquella noche, luego de varios espejumos, lo amabaré.

Brenda Sznycer


Baltimore y las hidromurias de la vida

Su partida
Se niega a recordar. Deja atrás su pasado y se nutre en un presente único y posible. Se reconoce como un hombre de orgullo.Como digno arribonio siempre ha sido un clemiso, aunque no quiera aceptarlo. Se muestra fuerte e indiferente ante la adversidad y las desventuras, ocultando en su interior las fuerzas del odio y la bronca. Ha abandonado aquello que lo vio crecer, lo que alguna vez fue tan suyo y defendió a muerte. Se ha ido y no regresará. Dice estar feliz, pero yo no aceptaría con seguridad esta afirmación. Ha ganado su mundo pero se ha perdido a sí mismo.

Lo más preciado de su paso por la vida se disuelve como cloruro de sodio dispuesto a sumergirse en un líquido. Se fue sin decir adiós. En este presente, sabe que jamás volverá a utilizar la noema desgastada y antigua de su abuela Rita, persona con la que ha espejunado una y mil cosas. Tan recio como se presenta, está solo y vacío como un sustalo en plena época de verano. Ha caído en hidromurias de las cuales aún no ha podido salir. Las imágenes de un pasado enemigo que desea olvidar, se agolpan junto a los recuerdos más repulsivos; derrama lágrimas, las que intentará pasar inadvertidas.

Se ha ido por decisión propia. Es difícil entender su reacción, pero al parecer bastaría realizar sólo una hipótesis que me ayudara a deducir la cuestión: se ha proclamado arribonio por su simple condición de clemiso, con la que ha cerrado las puertas al diálogo y ha escapado; ha tomado una posición inamovible y así ha caído en las hidromurias, efecto de no saber perdonar a sus enemigos y establecer una comunicación alternativa; se ha quedado sólo y ha dejado solos a otros tantos, como así la figura de su abuela Rita sentada sola en su noema, da cuenta de eso; por último, ha espejunado diversas formas para esconder su tristeza, su situación de sustalo veraniego, su arrepentimiento y sus ganas de volver, pero no lo ha logrado.

Se visualiza la presencia de una problemática, seguida por una actitud extraña y la decisión de un cambio sustancial, y aquí la dificultad en su entendimiento. Sólo sabemos que un hombre se ha ido, pero no hay un por qué cristalizado; ni siquiera la construcción de infinitas variantes hipotéticas nos llevarían a un resultado acertado. Será que debemos rendirnos y aceptar que se trata de algo incomprensible e inexplorable.

Sin pasados que proyecten posibles sombras a su paso, vacío y lleno de nada el enigmático Baltimore se dirige hacia el amabo y se dispone a desaparecer por un momento de la realidad que lo atolondra; ha olvidado todo: cierra los ojos e ingresa en un universo distinto, su mundo, rompiendo ansiosamente los lazos de una cadena perpetua a la insatisfacción del presente.
Jésica Rey Vázquez

1 comentario:

Unknown dijo...

Está bueno "el fin" escrito por Brenda, me gustó el tema del texto y la combinación con las palabras extrañas ausentes de significados explícitos.
Saludos!,
Jésica