Ritos de los clemisos
Dado que en esta destreza la hidromusia es primordial, este culto solo puede realizarse bajo un aguacero. Es por esto que los clemisos sólo habitan en zonas lluviosas y húmedas, y de ser posible, en aquellos lugares donde hay grandes cataratas. Estas prácticas sirven a estos sujetos a modo similar a la meditación, con el objetivo de aumentar su condición de sústalos.
Este rito, que los clemisos practican a modo de plegaria, no es tarea fácil, ya que requiere habilidad y concentración para dominar los arromos internos y lograr que actúen en el momento indicado. Mientras más constancia se tiene en la práctica se adquiere progresivamente un mayor control de estos pequeñas células, logrando esparcirlas cada vez más a lo largo y ancho del cuerpo, mientras se intensifica la tarea de aquellas que permanecen en el estómago.
Giuliana Cervi
Némesis
Ya no escribes cosas divertidas, y tu alma es de un color gris clemizo, como una tarde fría de invierno. A nadie le importaba lo que pensabas, sólo querían mirarte. Quien te hubiera visto, habría jurado que tenías la frescura de los arriboños, tan dulces y primorosos.
Te hiciste fuerte jugando con el de ellos, aunque en el fondo te lastimes a ti misma amabarándolos una y otra vez. Procuraste olvidarte quien eras, pero los vacíos no pueden llenarse con aire: la vida continúa y no pudiste decir que no a lo que en ella se te cruzaba.
Débora Vieyra
Instrucciones para mirarse al espejo y no perderse en el intento
Primer paso: ubicarse frente al espejo. Este podrá ser de cuerpo entero o medio cuerpo dependiendo de las ganas del reflejo de mostrarse. (Mientras le doy las instrucciones aparecerá la historia de un hombre que no siguió estas instrucciones. Por lo que aconsejo que lea la historia sino quiere acabar como el. En un oscuro rincón, del húmedo cuarto, el cual pertenece a la casa de dos plantas, cuyas raíces están ubicadas en los imponentes macetones de los suburbios de Italia, la capital de Roma, un hombre bautizado como Tomás Riboira Linch se afeita)
Pablo Montanía
Un lugar profundo y oscuro, cálido siempre, ése es mi hogar. Pacífico había sido hasta que alguien comenzó a visitar. Es un ser extraño y feo que jamás había visto pasar: no es pez, noema ni barco; es un ente de lento andar. Su cara y su cuerpo son raros, su espalda, de plástico, es tubular, exhala burbujas de aire muy seguido y sin parar.
Se acerca este extraño a mi hogar, a mi cuerpo, a mi lugar; no sé si pretende agolparme: sólo me pongo a nadar. Del miedo mis brazos descargan una suerte de arma mortal: mis hidromurias queridas, tan necesarias para escapar.
El ser queda detenido, la tinta lo ha sorprendido y ahora intenta espejunar: difícil tarea la suya ya que mi arma no deja respirar.
Intento amabar a mis críos, el miedo ahora pasó, no hay nada de qué preocuparse hasta una segunda expedición.
Arribonios, sustalos, noemas, ¡tantos seres por investigar! Pero el hombre me busca a mí, pulpo, quien bajo el mar busca reposar.
Los arribonios del sur de Madagascar
Recuerdo perfectamente a los arribonios. Son los indivíduos más holgazanes sobre el Planeta Tierra. En sus trabajos, constantemente deben espejunarse, pues sino se agobian y amabáran al supervisor con la idea de escaparse hacia sus casas para dormir todo lo que puedan sin que ningún otro los moleste. Por ésta razón, los únicos que están capacitados para liderar en esa comunidad son los no clemisos, que no tienen en cuenta la cultura arribenia de descansar 20 horas al día.
Una peculiaridad de los arribonios es que adoran el romanticísmo y las expresiones de sentimientos. Es costumbre cuando se intenta conquistar a una mujer, recolectar una buena cantidad de sustalos y enviarla dentro del mismo sobre donde se envía el noema de amor. Así es, son tan holgazanes que no escriben un poema, con todos los requisitos que éste implica, por miedo a no terminarlo. Se conforman con redactar un buen noema.
Tuve la oportunidad de concurrir a una clase dentro de un colegio primario. En ella justamente una de las pocas cosas que aprendían los pequeños niños era el género del noema. Me tomé el atrevimiento (con el permiso del profesor a cargo del aula) de revisar el texto que utilizaban de guía. En él me detuve sobre una frase: “Los bellos hidromurios se dispusieron a agolpar sobre el extenso coral”. Al desconocer por completo la palabra “agolpar” me pareció conveniente preguntarle su significado al profesor para poder comprender mejor el texto. Aquí se dio una situación desconcertante. La respuesta del profesor no fue más que la siguiente: “Mi más querido y estimado amigo, me temo que “agolpar” no expresa ningún significado, simplemente es un error de tipeo por parte de el alumno que escribió el texto el cual no estamos dispuestos a cambiar porque sería una falta de tiempo”
No lo pude creer. Culturas tan diversamente opuestas como la de los arribonios y de la cual formo parte logran establecer un punto de similitud. Y yo que consideraba que la ley del “Ma… si, que me importa” tenía vigencia únicamente en mi país.
Juan Muchnik
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